domingo, 18 de marzo de 2007

Para Profundizar: Sabiduría e Inteligencia (*)

En nuestros días es tentador y frecuente confundir ciertas formas de sabiduría con la inteligencia. Desde luego, del lenguaje común se distinguen los intelectuales, es decir generalmente los individuos que se expresan a través de los medios de comunicación para - ¿en interés de y/o en lugar de?- un gran público y que poseen una cierta dosis de sabiduría por lo tanto de inteligencia; validada por diplomas de los mandatarios del academicismo en general, es decir los prejuicios, los juicios de valor, las ideologías.

En otras palabras, ¿no hablamos de la inteligencia cuando reagrupamos a los intelectuales de todas las corrientes?, pero ¿cuál es el contenido de las palabras "sabiduría e inteligencia"?.

La sabiduría es el conjunto de conocimientos adquiridos y memorizados gracias a los estudios realizados en la vida cotidiana, y de una manera general, gracias a la acción del individuo sobre su medio, teniendo en cuenta que esta acción, por una parte, está determinada por el medio mismo. ¿Existe una correlación entre sabiduría e inteligencia? En una primera instancia, nosotros tenemos la tendencia a circunscribir en una definición fallida este concepto hueco que es la inteligencia.

¿Qué es la inteligencia? Una palabra no crea la cosa; la inteligencia no es un objeto que uno encuentra en cualquier parte del cerebro humano; éste último no posee un "centro de inteligencia" como hay un centro del hambre, de la sed, etc. La inteligencia es un conglomerado de características, tales como la facultad de conocer, de comprender, de imaginar, de rechazar, así como la aptitud de adaptarse y de encontrar soluciones originales, imprevistas, frente a situaciones nuevas.

Para Albert Jacquard " ser inteligente, es existir frente a lo real, es conocer lo real proyectando sobre sí las abstracciones que nosotros hemos sabido imaginar a propósito de lo real; es, según la expresión de Paul Claudel en su arte Poético:"co- nacer" y "nacer a la realidad" (**)

Es así que los psicólogos han llegado a considerar a través de rebuscados cálculos y de test de retención científica, cuyo resultado es el coeficiente intelectual (el famoso C.I.) que pueden expresar el grado de inteligencia.

¿Cómo un número puede medir algo que no es un objeto?, ¿cuáles son los motivos de quienes quieren a cualquier precio cuantificar la inteligencia bajo la forma de un número?.

Los números se utilizan para hacer operaciones aritméticas, pero igualmente se utilizan para hacer comparaciones. Así decimos que tal objeto es más caro que tal otro puesto que su precio es superior o que tal cosa es más ligera que tal otra puesto que su peso es inferior. Estas condiciones de caro y ligero sólo se expresan a través de una comparación, misma que es posible gracias a una apreciación numérica. Estas condiciones son relativas, pero expresables en cifras con un cierto encasillamiento convencional. De aquí que afirmar que tal alumno es más apto que tal otro porque sus notas escolares son más altas o que tal individuo es más inteligente que tal otro puesto que su I.Q. es superior en 5 puntos, es llegar a unas conclusiones dudosas.

Estar tentado a medir la inteligencia es querer justificar gracias a una precaución seudo-científica las jerarquías sociales y en particular las jerarquías de valores establecidos arbitrariamente por la "necesidad" de dominio. Es querer demostrar que las desigualdades sociales, los sectarismos, el racismo y los privilegios tienen por origen, por lo tanto por explicación, la naturaleza, la biología y los extraordinarios méritos "genéticos", los dones. Es ignorar el funcionamiento biológico y la estructura genética de los organismos vivos, desde la bacteria hasta el hombre, y también su finalidad, que es la de mantener su estructura acompañada de actos gratificantes gracias al dominio sobre el medio y sobre los otros organismos.

En estas condiciones, sería necesario y honesto desterrar del vocabulario la palabra "inteligencia" para la cual cada uno de nosotros imagina un contenido más o menos teñido de afectividad.

Sabiduría e Información

La sabiduría, bajo todas sus formas, no es una revelación. La sabiduría, la cultura, están formadas esencialmente por la información. Es el resultado de los estímulos exteriores del individuos, que impregnan su sistema nervioso y provocan respuesta del organismo viviente que restituye entonces la información en todas sus actividades termodinámicas. Pero el ser humano no es solamente un receptor y emisor de información, sino también un creador. Su corteza cerebral, y sus actividades de imaginación, intuición, asociación, información, así como su capacidad de abstracción son capaces de crear la información. Así. También, la historia de la humanidad está llena de descubridores que han aportado ideas nuevas, leyes naturales hasta ese momento desconocidas y que fueron inmediatamente acumuladas en la memoria colectiva de las civilizaciones; es eso que llamamos, cultura, en particular por todos los técnicos en todos los terrenos del conocimiento. Hay que hacer notar que la lentitud en la evolución de los conocimientos puede explicarse por la dificultad que existe de cuestionar una sabiduría, en la s ideas que justifican un sistema y una ideología dominantes. Galileo, por ejemplo, estando de acuerdo con el sistema de representación del mundo de Copérnico, al decir que los planetas tenían rotación sobre sí mismos y al mismo tiempo giraban alrededor del sol, fue acusado de herejía por la inquisición católica, condenado a no profesar más y abjurar oficialmente.

Lo innato y lo adquirido

La sabiduría e inteligencia ¿están en correlación?. Teniendo en cuenta la imprecisión semántica, por no decir la ausencia de sentido de la palabra "inteligencia", está pregunta es inadmisible y no amerita respuesta alguna. La verdadera pregunta radica en ¿cuáles son los determinismo biológicos y culturales de la sabiduría y de eso que llamamos inteligencia, si se desea absolutamente conservar ese término?.

En ese caso, la "inteligencia" es el resultado de una combinación entre patrimonio genético y educación en un cierto medio ambiente. Sólo la interacción de lo innato y lo adquirido determina los comportamientos humanos, la sabiduría, la cultura, la "inteligencia". Buscar la parte de lo innato y de lo adquirido es un problema estéril y sin solución, teniendo en cuenta la complejidad de la realidad. Cada uno de estos dos elementos es necesario pero no suficiente. Lo adquirido sin lo innato es una aberración, puesto que es necesario un soporte material de lo genético para la cultura; sin embargo, sin lo adquirido, un pobre hombre sustraído de todas las influencias humanas, jamás se convertirá en un verdadero hombre, sino en un niño salvaje.

Ya no es posible en pleno siglo XX, ignorar las leyes estructurales, los mecanismos de nuestro organismo que gobiernan nuestros comportamientos, nuestra cultura, pues, al referirse a los mitos, como la democracia, Dios, las ideologías... es decir, las jerarquías de los valores y los dogmas, es necesario poner en marcha una sabiduría, una información generalizada, destinada a todo ser humano constituyendo una ciencia interdisciplinaria de lo viviente, que reagruparía a la biología, la etiología y las ciencias humanas, el psicoanálisis, la sociología verdadera, otra economía y otra política. Estas condicione previas son indispensables si la humanidad quiere llegar a un equilibrio social. Este equilibrio no es posible, a largo plazo, más que en una organización humana planetaria, liberada de antagonismos de clases, donde el dinero podría ser, según el biólogo Henri Laborit: "Conciencia, conocimiento e imaginación"(2).

(*)Artículo extraído de la revista Mexicana
"Tierra y Libertad" número 459 de mayo de 1987.
Autor: Patrick de la Rue Dijon,
Traducción al español: Emilienne de León Aulina.
(**)Nota del traductor: Paul Claudel divide la palabra conocer" en frases "co-nocer", pero su significado etimológico es distinto, puesto que "naitre" significa "nacer", por lo que para entender su idea es necesario traducirla "co-nocer".
Siempre existe la posibilidad de desarrollo de capacidades en muchos casos, depende el contexto y las personas que están allí presentes.
(1)Albert Jacquard: Yo y los otros, iniciación a la genética. Editorial del Sol. Colle. Punto y Coma. Bibliografía: El elogio de la diferencia, el peligro de la ciencia.
2)Henri Laborit: Bibliografía El elogio de la huida. La nueva reja, Biología y estructura.



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